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El proceso de formación de la
economía internacional
El sistema capitalista
El capitalismo comenzó en
Inglaterra luego de un proceso de profundos cambios sociales y económicos,
que conllevaron la modificación
de los sistemas de producción y de las relaciones sociales, no sólo en las
ciudades sino también en el
campo.
A partir de la Revolución
Industrial – iniciada en aquel país después de mediados del Siglo XVIII - el
trabajo asalariado se difundió en
los centros urbanos y también en las zonas rurales. Muchos campesinos
desplazados de estas últimas,
contribuyeron al crecimiento de las ciudades, donde se estableció la mayoría
de las nuevas fábricas.
El capitalismo fue un nuevo
sistema de organización económico-social, que dio origen a una nueva
organización del trabajo – el
trabajo fabril – y a un nuevo tipo de trabajador – el obrero industrial.
El capitalismo originó dos clases
sociales enfrentadas:
· la burguesía,
propietaria de todos los medios necesarios para la producción, como los
establecimientos
industriales, las maquinarias, la
tierra, las herramientas.
· La clase obrera,
compuesta por trabajadores sin tierras ni herramientas para producir los bienes
necesarios
para satisfacer sus necesidades
básicas. Para poder subsistir, debieron vender su fuerza de trabajo. En
las fábricas recibían un salario
– un pago en dinero – a cambio de ese trabajo.
Durante el siglo XIX fue cada vez
más evidente que, mientras una parte de la burguesía acumulaba más
riquezas, la mayoría de los
obreros y sus familias vivían en la miseria. La explicación de esta diferencia,
se
encuentra en el funcionamiento
del capitalismo como forma de organizar la producción de mercaderías y la
apropiación de la riqueza. Los
obreros con su trabajo, producían más de lo que necesitaban para su
supervivencia,
pero los burgueses les pagaban lo
menos que podían, lo cual a veces no alcanzaba para subsistir.
Esta diferencia originaba una
ganancia cuyo control estaba en manos de los burgueses.
La obtención de ganancias (el
lucro) es el motor del capitalismo, ya que una parte de aquellas se utiliza
para mantener la producción en
marcha, para luego lograr nuevas ganancias. La parte que no se invierte en la
producción, puede acumularse,
reinvertirse y originar nuevas riquezas.
La economía capitalista requiere
la existencia de mercados, es decir un sistema de intercambios y de
precios, resultantes del ajuste
entre la oferta y la demanda de bienes y servicios. Hay mercados no solamente
para los bienes y servicios
producidos, sino también para los factores de producción: la mano de obra, la
tierra
y el capital. Estos mercados
están interrelacionados.
En la segunda mitad del siglo XIX
predominó el capitalismo liberal. Los gobiernos de los países
industrializados hicieron suyas
las principales premisas del liberalismo económico y actuaron en consecuencia.
Suprimieron los controles y
regulaciones sobre la actividad económica. Dentro de cada uno de ellos, las
barreras a la libertad de
empresa, al comercio libre y a la iniciativa privada, fueron sistemáticamente
levantadas.
Sin embargo, las periódicas
crisis los obligaron a intervenir en la economía. Además, las diferencias
relativas en el desarrollo
económico entre los países fueron utilizadas por cada uno de los
industrializados
como argumento para adoptar medidas
proteccionistas y cerrar así sus mercados internos frente a la competencia
extranjera.
Como ya se ha señalado, la
primera fase de la Revolución Industrial había comenzado en Inglaterra. En
el siglo XIX, sobre todo después
de mediados del mismo, se advierte una segunda fase, ya extendida a otros
países europeos, tales como
Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y un poco más tarde, Italia del norte. En
América del Norte, los EEUU
experimentan rápidamente un proceso similar, intensificado a partir de la Guerra
de Secesión (1861-1865). Hacia
finales del siglo XIX, también Japón se incorpora al proceso de
industrialización..
La unificación
del mundo y la división internacional del trabajo
El progreso tecnológico durante
el siglo XIX, llevó a un gran desarrollo de los medios de transporte y
comunicación – ferrocarriles,
navegación a vapor, telégrafos, teléfonos... – lo que hizo posible un amplio y
rápido crecimiento del comercio
mundial.
Este proceso trajo como
consecuencia la división internacional del trabajo entre diferentes
áreas del
sistema capitalista en expansión:
las centrales (industrializadas) y las periféricas (productoras
de materias
primas y receptoras de
manufacturas e inversiones provenientes de las áreas centrales).
Las áreas centrales, necesitadas
de materias primas y alimentos que no existían o que eran insuficientes
en sus propios territorios,
debieron buscarlos en regiones hasta entonces marginales, que de esa manera se
incorporaron a la economía
mundial. Ejemplos: cobre para la generación y transmisión de electricidad
(Chile,
Zambia); caucho para cables,
bicicletas y neumáticos de los automóviles (selva amazónica); petróleo como
combustible (Rusia y
posteriormente el Cercano Oriente); fibras para la industrial textil: lanas
(Australia, Nueva
Zelanda, la Patagonia argentina)
o algodón (la India, Perú, Egipto).
El aumento de la población y de
su capacidad de consumo, abrió un enorme mercado para la exportación
de alimentos tanto de las zonas
templadas (cereales y carne de EEUU, Canadá, Australia y el Río de la Plata),
como de las tropicales (café de
Brasil; Costa Rica o El Salvador, azúcar cubano, té de Ceilán o bananas
centroamericanas).
Las regiones proveedoras de
materias primas y alimentos recibieron inversiones destinadas en primer
lugar a facilitar el acceso de
sus productos a los mercados metropolitanos: ferrocarriles, puertos,
frigoríficos,
etc. o a las instalaciones de las
explotaciones mineras. Al mismo tiempo, se transformaron en consumidoras
de los productos manufacturados
de las economías de los países centrales.
Los países industrializados
protegieron sus respectivos mercados mediante altos impuestos aduaneros
a la importación. A la vez,
exigieron que los países productores de materias primas, no pusieran ninguna
traba
al ingreso de las manufacturas y
capitales provenientes de las áreas centrales.
En el último cuarto del siglo
XIX, las ambiciones de las potencias europeas tomaron impulso y en pocos
años se repartieron la mayor
parte del continente africano e importantes zonas del Asia, formando nuevos
imperios
coloniales.
El dominio político fue posible por la enorme superioridad militar, técnica y
económica
de los países centrales.
En cada territorio colonial, la
respectiva metrópoli impuso un mercado cautivo. Esto significaba para la
colonia la obligatoriedad de
comerciar solamente con su metrópoli, y de recibir solamente las inversiones y
productos de ese origen. Esta
situación implicaba una fuerte dependencia, y por consiguiente, la explotación
de la colonia.
La mayoría de los países de
América Latina mantuvieron su independencia política, pero estuvieron
sujetos a una fuerte penetración
económica de los países centrales, especialmente Inglaterra.
El imperialismo no se limitó a
las potencias europeas. Más tardíamente, se hizo muy fuerte la presencia
de los EEUU. Si bien inicialmente
realizaron su expansión sobre la base de un territorio1 y un mercado interno
crecientes, hacia fines del siglo
XIX intervinieron militarmente en apoyo de sus inversiones en América Central
y el Caribe, ocupando Cuba y
Puerto Rico. En el Pacífico, ocuparon Hawaii y se acercaron a las costas
asiáticas. Japón, por su parte,
inició su expansión hacia las islas cercanas y la costa oriental del Asia.
Durante el siglo XX, los EEUU –
el centro principal del sistema capitalista - han acrecentado, no sin
dificultades, su dominio a nivel
mundial.
Las crisis en el
sistema capitalista
La economía capitalista no
mantiene siempre un estado de equilibrio. Por el contrario, se producen en
ella fluctuaciones llamadas ciclos.
1 El crecimiento territorial de
los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa
“conquista del Oeste”) y por la
ocupación de parte del territorio que antes pertenecía a México (que perdió
casi
la mitad de lo que había recibido
al independizarse de España ).
1 El crecimiento territorial de
los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa
“conquista del Oeste”) y por la ocupación
de parte del territorio que antes
pertenecía a México (que perdió casi la mitad de lo que había recibido al
independizarse de España ).
Un ciclo económico consta de
cuatro fases:
· :En la fase de crisis,
se acumulan mercaderías sin vender, se reduce la producción, disminuyen las
ganancias, bajan las cotizaciones
de las acciones, se producen quiebras de las empresas y la producción
llega a su punto más bajo.
· En la fase de depresión,
se mantienen las dificultades para vender la producción y obtener ganancias.
· En la fase de reactivación,
los niveles de producción comienzan a recuperarse, cuando existe un
mayor poder de compra y un alza
de la demanda de los artículos de consumo.
· En la fase de auge, la
capacidad productiva llega a su punto más elevado y se repiten las condiciones
para que se produzca una nueva
crisis y el consecuente inicio de un nuevo ciclo.
Las crisis cíclicas de la
economía capitalista se inician cuando se produce un desajuste entre la oferta
de
bienes producidos y la capacidad
de la demanda para comprarlos.
El desajuste puede deberse a un
exceso de producción – sobreproducción – o a una disminución de la
capacidad de compra – subconsumo.
Las transformaciones del sistema
capitalista desde finales del siglo XIX
Frente a las crisis periódicas,
los estados de los países centrales buscaron diversas respuestas:
- establecer medidas
proteccionistas para su producción industrial para evitar la penetración
comercial
de productos extranjeros en sus
mercados internos;
- iniciar o ampliar una expansión
imperial con el fin de obtener nuevos mercados para sus manufacturas
y capitales y nuevas fuentes de
materias primas baratas; (por ejemplo, lucha y reparto colonial entre los
países
europeos, de gran parte de Asia y
África); como ya se ha dicho, en cada territorio colonial, la respectiva
metrópoli impuso un mercado
cautivo.
Por su parte, las empresas
renovaron la tecnología y reorganizaron los procesos de trabajo, lo que
condujo a la concentración
industrial, reforzada por la creación de monopolios y oligopolios.
Se entiende por monopolio, al
control exclusivo de la oferta de productos en el mercado, realizado por
una empresa poderosa dedicada a
una rama de la producción, la comercialización o la prestación de un
servicio. Por ejemplo: el trust
petrolero de la Standard Oil (1882), la General Electric Company (1892);
la
United Fruit Company, todas de
origen norteamericano...
Cuando el control sobre el
mercado lo ejercen unas pocas empresas, se considera que existen oligopolios.
Tanto los monopolios como los
oligopolios tienden a eliminar a las empresas competidoras más débiles
y llegar a algún tipo de acuerdo
entre las más fuertes. De este modo, pueden fijar los precios de sus productos
en el mercado, establecer la
cantidad de bienes a producir y repartirse las regiones del planeta en las que
van
a comerciar.
La eliminación de la competencia
les permite obtener mayores ganancias.
Las ventajas de la concentración
monopólica estimulan a los bancos a invertir parte de su capital en la
actividad industrial. Estas
inversiones permiten que las empresas incorporen nuevas tecnologías, amplíen su
capacidad de producción y
obtengan mayores ganancias. A la fusión del capital bancario con el capital
industrial,
se la denomina capital
financiero.
Para incrementar el lucro, las
empresas más poderosas ofrecen una parte de su capital en las Bolsas de
valores, en forma de
acciones que el público puede adquirir. El valor de las acciones – que pueden
comprarse
y venderse en la Bolsa - depende
del rendimiento económico de la empresa.
Las Bolsas de valores y el
capital financiero ocupan un lugar cada vez más importante en la economía
capitalista.
Este proceso de concentración
económica, iniciado a fines del siglo XIX, se continúa durante el siglo XX.
Después de finalizada la primera
Guerra Mundial (1914-1918), mientras las potencias europeas pasaban
a un segundo plano, los EEUU se
transformaron en el centro del sistema capitalista mundial.
El crecimiento desenfrenado de su
economía en los años posteriores a la guerra, desembocó en la gran
crisis económica
de
1929-30. Esta crisis iniciada en la primera potencia industrial y financiera,
tuvo consecuencias
en todo el mundo. EEUU dejó de
importar a la vez que retiró capitales de otros países. Simultáneamente,
se quebró el sistema financiero
internacional. El alto grado de integración de la economía mundial,
trasladó la crisis al resto del
planeta.
A partir de ese momento se inició
un período de contracción económica mundial, que se extendió durante
la década del ‘30, conocido como
la Gran Depresión.
En los EEUU, la recuperación
económica se inició ya en los años ’30, a través de políticas de intervención
activa del Estado en la economía
(subsidios a desocupados y agricultores, grandes obras públicas,
creación de fuentes de trabajo,
sistemas de jubilación y protección para los pobres y marginados).
Esta recuperación – tanto de la
actividad económica como del nivel de empleo – se completó en la
década del ’40 con la
organización del complejo militar-industrial: el Estado planificó la
economía y orientó
las inversiones hacia la
industria pesada (siderurgia) destinada a producir armamentos. La incesante
demanda
de mano de obra que generó este
crecimiento, llevó a la incorporación al mercado de trabajo, de las
mujeres y los negros, hasta
entonces excluidos.
Entre 1939 y 1945, las grandes
potencias se involucraron en una segunda Guerra Mundial. Al concluir el
conflicto, la economía europea
estaba quebrada: el continente que había sido el centro comercial e industrial
del mundo, el polo más dinámico
del capitalismo internacional, había perdido su lugar de privilegio.
Cabe destacar que antes de la
finalización del conflicto, por iniciativa de los EEUU, se firmaron los
acuerdos de Bretton Woods (1944),
que establecieron las nuevas reglas de juego de la economía mundial
capitalista. Fueron creados el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción
y Fomento (también
conocido como Banco Mundial), ambos con su sede principal en Washington
y en las cercanías de la Casa
Blanca.
El mundo después
de la segunda guerra mundial
Del mundo arrasado por la guerra,
surgieron dos nuevas potencias hegemónicas, que impusieron su
dominio sobre vastas regiones del
planeta: Estados Unidos de América y la Unión de las Repúblicas
Socialistas
Soviéticas.
Eran los países que contaban con
los recursos económicos y militares más importantes. Su población y
sus extensos territorios les
proporcionaban la fuerza de trabajo, las materias primas y las fuentes de
energía
necesarias para desarrollar sus
industrias.
Norteamericanos y soviéticos, los
representantes más notables de dos formas distintas de organización
social y económica (capitalismo y
comunismo o socialismo soviético, respectivamente) se lanzaron a ampliar
sus áreas de influencia. El
resultado de esta política de expansión fue la división de Europa y del mundo
en
dos bloques enfrentados:
Occidente y Oriente.
Se llamó Guerra Fría al
conflicto que se produjo, luego de la segunda Guerra Mundial, entre el bloque
de
países capitalistas,
liderado por EEUU, y el bloque de países socialistas, bajo el
control de la URSS2 . La
particularidad de este conflicto
fue que ambas potencias evitaron enfrentarse directamente en el plano militar,
dado el peligro que representaba
la disponibilidad de armamento nuclear. Quedaron así contenidas por el
“equilibrio del terror”. La
presencia de una ponía límites a la expansión de la otra.
Una de las estrategias de las
potencias consistió en atraer a su zona de influencia a otros países, por
medio de alianzas
político-militares o relaciones económico - financieras. En algunas ocasiones,
esta forma
de expansión provocó conflictos
armados localizados, pero sin que las dos grandes potencias lucharan
directamente.
(Ejemplos: las guerras de Corea y
de Vietnam).
2 El Imperio Ruso – con una
economía rural atrasada y una industrialización muy limitada – había caído con
la Revolución Rusa de
1917. A partir de ella, surgió la
Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, que – con la dictadura
de Stalin - aplicó una política
autoritaria y una planificación
rígida que transformó al país. El socialismo soviético fue durante décadas, una
alternativa al sistema capitalista.
Después de la finalización de la
segunda guerra mundial, ocupó militarmente varios países de Europa oriental y
central, y compitió
con los EEUU por la hegemonía
mundial.
Las
transformaciones en el sistema capitalista desde mediados del siglo XX
En las décadas del ’50 y del ’60,
el sistema capitalista experimentó un importante crecimiento reflejado
en los siguientes aspectos:
- La utilización de nuevas
tecnologías y la disminución del precio de la energía (carbón, petróleo,
gas natural y electricidad)
posibilitaron un aumento espectacular de la producción agrícola e industrial,
especialmente en los países
centrales.
- El modelo de producción ‘fordista’
3 se difundió en todo el mundo.
- La extensión a nuevos grupos
sociales, del consumo de bienes que antes habían sido un lujo, fue
favorecida por mejores salarios y
estimulada por las campañas publicitarias: adquisición de heladeras,
lavarropas, teléfonos,
televisores, discos, radios a pilas, automóviles, etcétera.
- Los transportes y las
comunicaciones se modernizaron, se construyeron carreteras y vías férreas
y se estimuló la producción de
energía.
- La política social permitió que
la población pudiera gozar de atención médica y educación gratuitas,
pensiones a la vejez, subsidios
de desempleo y muchos otros beneficios. La disminución de las
horas de trabajo, el aumento de
los salarios y las políticas de pleno empleo permitieron una importante
mejora en el nivel de vida de la
población.
Este conjunto de transformaciones
impulsadas desde el Estado, constituyeron el llamado “Estado de
bienestar”, que se
difundió en muchos de los países del bloque capitalista y mantuvo su plena
vigencia hasta
finales de la década del 60’.
Paralelamente y a partir de la
finalización de la segunda Guerra Mundial, se ha profundizado el proceso
de concentración económica y
cobran plena vigencia las corporaciones multinacionales.
Algunos de sus rasgos
característicos son:
- La existencia de una sede
central o matriz radicada en los países desarrollados: EEUU, países
de Europa Occidental, Japón.
La instalación de filiales en
gran parte del mundo, decidida desde las matrices, a fin de aprovechar
ventajas comparativas, tales
como: recursos naturales de fácil acceso, bajo costo de la mano
de obra, menores exigencias en el
cuidado del medio ambiente frente al empleo de elementos contaminantes
o al destino de los efluentes
industriales, menor presión impositiva, mercado de consumo.
En los casos de países con
situaciones económicas críticas y gobiernos débiles, la presión es
mayor y las ventajas se amplían;
en ocasiones, resulta evidente que la corporación multinacional es
más poderosa que el Estado en
cuyo territorio ha sido implantada la filial.
- El gran desarrollo tecnológico
aplicado a la producción y a la publicidad, que les permite
competir exitosamente en calidad,
productividad y precios.
- La diversificación de las ramas
de la actividad, que incluye desde variada gama de bienes
industriales hasta servicios
(control de las líneas de comercialización, seguros, créditos, etc)
- La disponibilidad de enormes
capitales, producto de la fusión entre el capital industrial,
comercial y financiero (bancos).
Entre las actuales empresas
multinacionales o transnacionales, podemos mencionar:
Ford, General Motors, Toyota, Mitsubishi, Yamaha, Renault, Fiat,
Volkswagen, Boeing, General Electric,
Siemens, ITT, IBM, Microsoft, NBC, Mac Donald, Coca Cola, Pepsi Cola,
American Foods, Nestlé,
Wal Mart, Nidera, Cargill, Monsanto, Botnia, Esso, Shell, British
Petroleum, Repsol-YPF, Elf, Bayer,
Schering, Pfizer, Citicorp y Citibank, Boston Bank…
El fin de la
prosperidad: la crisis del petróleo y sus consecuencias
Hacia fines de los ’60 se
advirtió una disminución del ritmo de crecimiento de la economía de los países
más desarrollados de Occidente y
se debilitó el “Estado de bienestar”.
La situación se complicó desde
1973. A raíz de un conflicto desatado en Medio Oriente, los miembros
3 El ‘fordismo’ es una
forma de organizar la producción y el trabajo, introducida inicialmente por
Henry Ford en su empresa automotriz
en los años 20’, y luego
difundida en otras ramas de la producción. Consiste en la organización de la
cadena de montaje, lo que permite
una división precisa de las
tareas y una asignación rigurosa de tiempo para cada una. Se logra con esto
aumentar notablemente la
productividad y abaratar los
costos, con el propósito de incrementar las ventas.
árabes de la OPEP (Organización
de Países Exportadores de Petróleo) limitaron sus exportaciones. El precio
del barril de petróleo aumentó
entonces en más de un 300%, por lo cual se encarecieron sus derivados, como
los plásticos, las naftas, el
gasoil, etcétera. Otros productos también aumentaron sus precios debido al
incremento
en los costos del transporte.
Toda esta situación agravó la
crisis que atravesaban los países desarrollados, donde reaparecieron problemas
que parecían definitivamente
superados, como la pobreza y la desocupación. Pero la crisis no afectó
a todos los países por igual. fue
más grave en aquellas áreas periféricas que dependían de las importaciones
de petróleo.
Por su parte, las multinacionales
petroleras estadounidenses y europeas, asociadas a grandes bancos
de Occidente y a los productores
de los países árabes (Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Irán, Yemen,
etcétera),
se enriquecieron, acumulando una
gran cantidad de dinero (“petrodólares”), que desde mediados de los años
’70, se ofrecieron en préstamo a
bajos intereses a otros países..
Los gobiernos de América
Latina recurrieron a esos préstamos “baratos” que obtenían en el
exterior.
Éste es el punto
de partido de la deuda externa de estos países.
Japón superó
rápidamente la crisis gracias a su gran desarrollo tecnológico que le permitió
ganar nuevos
mercados al ofrecer productos muy
modernos, de buena calidad y a bajo costo.
En el caso de EEUU la
crisis significó algunas restricciones económicas, mientras se producía un
debilitamiento
temporario de su liderazgo
internacional relacionado con el fracaso de la guerra de Vietnam (1975)
y el desprestigio por el apoyo a
regímenes dictatoriales en América Latina. Durante el gobierno de Ronald
Reagan (1980-88), la recuperación
económica se dio mediante el apoyo del Estado a las grandes corporaciones
y la reducción del gasto social.
Entre tanto, en Europa
occidental, Francia y Alemania dirigieron la consolidación de la Comunidad
Económica Europea (conocida hoy
como la Unión Europea)4 .
En cuanto a la URSS, hacia
1980 se hicieron evidentes los problemas estructurales de la economía y de
la sociedad soviéticas
(estancamiento tecnológico, insuficiente producción de bienes de consumo,
excesivos
gastos militares, bajo nivel de
vida de la población). Esta situación se manifestó a través de movimientos de
protestas que fueron reprimidos
por un régimen político autoritario.
A pesar de los intentos
reformistas emprendidos por Mikhail Gorbachov desde 1985, la URSS sufrió un
proceso de fragmentación y en
1991, once de las quince repúblicas que la habían integrado, formaron la
Comunidad de Estados Independientes.
Paralelamente, los países de Europa
Oriental hasta entonces dependientes de la URSS (como Hungría,
Polonia, Alemania oriental,
Checoslovaquia...) recuperaron su autonomía. La destrucción del muro de Berlín
en 1989 es el símbolo de la disolución
del bloque socialista soviético y del fin de la Guerra Fría.
Con la caída del bloque
soviético, el capitalismo se transforma en el sistema hegemónico, y
dentro de
él se afianza el liderazgo de
los EEUU.
Como algunos signos de este
liderazgo – hoy confrontado de diversas maneras en el mundo – podemos
mencionar:
- la mayor parte de las corporaciones
multinacionales y bancos privados internacionales son de
origen estadounidense
- los organismos
internacionales de crédito – F.M.I., B.I.D., Banco Mundial
– tienen su sede
principal en los EEUU, el socio
más poderoso
- el rol político-militar que
ejerce dentro de la OTAN es dominante, si bien es resistido por algunos
países europeos
la intervención en América Latina
ha continuado con diversas modalidades (desembarcos de tropas
en América Central, intromisiones
en asuntos
- internos de los países, base
militar en Guantánamo, apoyo a Inglaterra durante la guerra de
Malvinas...)
- los intentos de formar el ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas) o – en su defecto - de
lograr que países
latinoamericanos firmen individualmente tratados de libre comercio con los
EEUU.
- las invasiones recientes y la
ocupación militar de los territorios de Afganistán e Irak
4 La Comunidad Económica Europea
fue creada por el Tratado de Roma (1957). A partir de “la Europa de los seis”
(Alemania, Francia,
Italia, Bélgica, Holanda,
Luxemburgo) se fueron incorporando nuevos miembros y profundizando diversos
mecanismos de integración.
La globalización
hacia finales del Siglo XX
El proceso de globalización,
iniciado a mediados de la década del ’70, pone de manifiesto la hegemonía
del sistema capitalista, la que
se acentúa desde los ’90, después de la caída del bloque soviético, mientras
que
se profundiza aquel proceso.
Abarca un conjunto de cambios
estructurales en lo económico-social, lo político y lo cultural, que se
producen a la vez en todo el
planeta, aunque con efectos desiguales.
Esta época de notorio predominio
del capitalismo, se caracteriza – entre otros - por los siguientes
cambios:
- Se introducen grandes
innovaciones tecnológicas (“Tercera Revolución Industrial”) aplicadas a la
producción y a las
comunicaciones: microelectrónica, informática, telemática, comunicación
satelital,
bioingeniería... Sus
consecuencias son contradictorias: por un lado, el aumento del desempleo; por
otro, los avances en las
comunicaciones, la medicina, la producción agropecuaria, que no están al
alcance de todos los sectores de
la sociedad.
- Aumenta enormemente el poder de
las multinacionales, que alcanzan dimensiones planetarias:
controlan la economía mundial e
influyen en las decisiones de los estados nacionales; inclusive,
contribuyen al estallido des
guerras.
- Se afianza la dominación
mundial ejercida por los organismos internacionales de crédito, a la vez
que crece la deuda externa de los
países dependientes.
- Los Estados se debilitan, a la
vez que se favorece la concentración de capitales en manos de
grandes empresas económicas y
financieras, lo que perjudica a las pequeñas y medianas. También
disminuyen los gastos sociales
(salud, educación, vivienda, seguridad).
- Crece la exclusión social, es
decir la marginación de personas que quedan sin trabajo y sin poder
satisfacer las necesidades
básicas. Ello trae como consecuencia la agudización de la polarización
social: sociedades
donde el poder económico y el prestigio social se concentran en una minoría
muy reducida, mientras se achican
los sectores medios y crecen los sectores sumergidos en la
pobreza, o más aún, en la
indigencia.
La globalización, en
consecuencia, es una etapa de la evolución del sistema capitalista, en la cual
se
acentúan las contradicciones
internas al mismo, entre otras:
- los contrastes y la
fragmentación sociales en el interior de cada país
- la precarización del trabajo y
de la seguridad social
- el debilitamiento de los
estados nacionales y la formación de bloques económicos regionales
- las diferencias entre áreas
centrales y periféricas a escala mundial
- el sometimiento de los países
endeudados al poder financiero internacional
- la plena definición de los EEUU
como una “república imperial”
- la internacionalización de los
conflictos y de la violencia
Escuela Normal
Superior Nº 32 “General José de San Martín”
Material
elaborado por Inés Scarafía y María Leonor Milia para uso de los alumnos
Santa Fe, marzo
de 2006
Bibliografía y
fuentes de información sugeridas:
Blanco, J.;
Fernández Caso, M. V.; Gurevich, R., Geografía Argentina y del Mercosur.
Los territorios en
la economía
globalizada,
Buenos Aires, Aique, 2000.
Korol, Juan
Carlos; Tandeter, Enrique, Historia económica de América Latina: problemas
y procesos,
El Colegio de México, México,
Fondo de Cultura Económica, 2000
Luchilo, Lucas y
otros,
Historia 3. El mundo contemporáneo (desde comienzos del Siglo XIX hasta
nuestros días), Buenos Aires,
Santillana, 1995.
Miranda, Emilio;
Colombo, Edgardo,
Historia Argentina contemporánea, Buenos Aires, Kapelusz, 1999.
Moglia,
Patricia; Sislián, Fabián; Alabart, Mónica, Pensar la Historia Argentina
desde una historia de
América Latina, Buenos Aires,
Plus Ultra, 1997
Seoane, María, El saqueo de la
Argentina,
Buenos Aires, Sudamericana, 2003
Sidicaro,
Ricardo,
Los tres peronismos. Estado y poder económico 1946-55 / 1973-76 / 1989-99,
Buenos
Aires, Siglo XXI, 2002.
Stiglitz, Joseph, El malestar
en la globalización, Madrid, Taurus, 2002.
Medios de comunicación que han
sugerido reflexiones y de los que se ha obtenido información:
Diarios:
Clarín (Buenos Aires)
El Litoral (Santa Fe)
La Nación (Buenos Aires)
Página 12 (Buenos Aires)
Radios:
LT10 Radio de la
Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe)
Radio Mitre (Buenos Aires)
Inés Scarafía
María Leonor
Milia
Para el texto de Milia, María L.;
Scarafía, Inés, El proceso de formación de la economía internacional.
El sistema
capitalista. Material
de cátedra para uso de los alumnos de la Escuela Normal Superior N° 32
“General José de San Martín”,
Santa Fe, Febrero de 2006.
ACTIVIDAD.
Leé el texto y
respondé:
1) ¿Cuáles son las
características del sistema capitalista?
2) ¿Por qué se
desarrolla el imperialismo a finales del siglo XIX?
3) ¿Cuáles son las
principales transformaciones que se producen en la economía capitalista a
mediados
del siglo XX?
4) ¿Qué cambios se
generan en el capitalismo a finales del siglo XX?